necesidad de crear entornos de fiscalidad competitiva que favorezcan la inversión, el desarrollo económico y que incrementen los niveles de prosperidad y bienestar social.

CEOE apuesta por una fiscalidad competitiva que impulse la actividad y el empleo reduciendo cargas

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Actualizado 23 | 07 | 2021 09:51

CEOE quiere reiterar una vez más su apuesta por un modelo de fiscalidad basado en la reducción de cargas a empresas y ciudadanos, esto es, que distorsione lo menos posible la actividad económica, por cuanto al mantener los recursos en manos de los agentes económicos, impulsa la actividad y reduce la economía sumergida, generando más empleo y, en último término, mayor recaudación de ingresos públicos.

En cualquier coyuntura, y en especial en estos momentos de crisis económica, una de las principales estrategias para recuperar la actividad, la productividad y de esta forma el empleo pasa necesariamente por contar con una política presupuestaria y fiscal convergente con Europa, esto es, competitiva.

Dentro de las orientaciones generales en términos de fiscalidad que viene elaborando Bruselas se apunta, por ejemplo, por la necesidad de crear entornos de fiscalidad competitiva que favorezcan la inversión, el desarrollo económico y que incrementen los niveles de prosperidad y bienestar social.

Sin embargo, un reciente informe elaborado por el Instituto de Estudios Económicos (IEE) pone de manifiesto que el sistema fiscal español se sitúa en un nivel de competitividad inferior a la media de la UE (72,3 puntos sobre 100).

En todo caso, los datos por comunidades autónomas reflejan que hasta cinco de ellas se desmarcan y se sitúan por encima de la media de la UE. La primera, a gran distancia del resto, es la Comunidad de Madrid (117,5 puntos).

Este sistema fiscal más competitivo, basado en la reducción de cargas a empresas y ciudadanos de forma que el dinero fluya en un entorno económico con las menos distorsiones posibles, se traduce por ejemplo en que Madrid es la comunidad que presenta mayores niveles de PIB per cápita de España y con niveles de desempleo inferiores a la media. Todo ello con datos de 2019, que permiten una lectura no distorsionada por la pandemia iniciada un año después.

Si bien, incluso en plena pandemia, los datos siguen siendo más favorables para esta región. Como ejemplo, según los datos de la EPA del primer trimestre del 2021, el 83,5% del empleo en Madrid en el sector privado es indefinido, frente a un 16,5% de temporal, lo que supone más de cinco puntos por encima de la media nacional, que se sitúa en el 78% de empleo indefinido.

Por último y muy relevante también, la Comunidad de Madrid presenta al mismo tiempo un nivel de economía sumergida del 16% del PIB, la menor cifra de todo el conjunto de comunidades, frente al 23,1% de la media de toda España.

En cambio, aquellas comunidades autónomas que aún permanecen por debajo de la media europea en términos de fiscalidad competitiva, algunas con un gran peso económico, también presentan niveles de PIB per cápita, desempleo o de economía sumergida peores que la media nacional.

En conclusión, estos datos evidencian cuál es el camino a seguir para ganar dinamismo y, no solo eso, para salir más airosos de la crisis. Nos indican que la solución no pasa por incrementar los tipos impositivos, sino por el contrario, por reducir cargas y distorsionar lo menos posible la actividad económica, para que crezca mientras se reduce la economía sumergida, se genera empleo y se logra así ensanchar las bases imponibles que llevan a mayores ingresos públicos.

Competencia fiscal entre CCAA

Como reflexión, es preciso señalar también que la competencia fiscal entre comunidades autónomas, recogida en nuestro modelo constitucional y entendida como la libertad de cada territorio para adoptar el modelo de fiscalidad y de gestión de los recursos públicos que considere más oportuno, es beneficiosa por cuanto anima a los gobiernos regionales a maximizar su eficiencia.

Dicho de otro modo, en tanto que cada comunidad autónoma es libre de decidir qué modelo de fiscalidad quiere seguir, la competencia fiscal es sana y debe ser una forma de incentivo para armonizar las diferentes propuestas fiscales autonómicas con las más competitivas y exitosas como referencia, del mismo modo que estas se miden e incluso superan los sistemas fiscales más competitivos a nivel europeo.

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