Si eres como la mayoría de las personas, seguro que sientes un aumento del nerviosismo en los 60 segundos previos a hacer una presentación, o cuando te llega el turno para hablar en una reunión.
Afortunadamente, hay 3 pequeñas cosas que puedes hacer para calmarte y aumentar tu confianza antes de hablar en público.
- Haz 5 respiraciones profundas.
Nuestros cerebros han evolucionaron para detectar rápidamente las amenazas en nuestro entorno. Conocido como nuestro “cerebro reptiliano”, estos sistemas entran en acción incluso antes de que la parte más evolucionada de nuestro cerebro, la corteza prefrontal, pueda hacer una evaluación lógica de la amenaza.
Eso significa que las hormonas del estrés se bombean a través del torrente sanguíneo para prepararse para la lucha o la huida. Si bien la respuesta reptiliana sirvió a nuestros antepasados que vivían en cuevas, hoy no nos ayuda mucho cuando nos enfrentamos a una audiencia.
No es una situación de vida o muerte, pero tu cerebro no lo sabe. Tu corazón se acelera, te sudan las manos y tu respiración se vuelve más corta y más rápida.
¿La solución? Disminuye la velocidad de tu respiración a propósito. Respira cinco veces profunda y lentamente. Inhala por la nariz y llena todo el pecho. Luego, exhala lentamente por la boca. Así cinco veces. El proceso envía una señal a tu cerebro de que tu audiencia no es una amenaza. Le dice a tu cerebro que tu presentación es algo para disfrutar, no para tener miedo.
- Memoriza tu apertura
La gente tiende a recordar lo primero que dices y lo último. Tu audiencia se formará una impresión sobre ti en segundos, y es probable que su primera impresión dure toda tu presentación.
Muéstrate seguro desde el principio. Muchos oradores tiemblan al comienzo de su presentación porque no están seguros de por dónde empezar. Ensayar tus frases de apertura aumentará tu confianza y garantizará que des una primera impresión positiva.
- Sonríe ampliamente
Una sonrisa es la forma más rápida y fácil de causar una impresión favorable. Sin embargo, la mayoría de los oradores se olvidan de sonreír por una simple razón: están concentrados en lo siguiente que van a decir. Es recomendable practicar tu presentación con anticipación al menos diez veces de principio a fin. Y en los últimos segundos antes de hablar, recuerda poner una gran y amplia sonrisa en su rostro. Si no parece que estás disfrutando la presentación, su audiencia tampoco disfrutará.
