En el ámbito cinematográfico y televisivo nos hemos ido encontrando unos cuantos casos que representan con extremada fidelidad esa sensación diaria de estar viviendo en un bucle continuo, rutinario, repetitivo y, en muchas ocasiones, problemático y agobiante.
Para los que vivimos los 80, nos es imposible desvincular esta situación con Bill Murray volviendo una y otra vez al Día de la Marmota en Atrapado en el tiempo, pero hasta Shrek, el ogro más famoso de la animación digital, ha padecido este mal tan habitual dentro y fuera de la pantalla. Son las suyas historias ficticias basadas en hechos reales, de los que se puede salir si, como ellos, cogemos la sartén por el mango y pasamos a la acción. Y el que piense que no son situaciones comparables está muy equivocado.
La mayoría de nosotros se encuentra prácticamente todos los días los mismos obstáculos, escollos para los que se suelen adoptar soluciones rápidas, enfocadas al corto plazo. Son parches temporales que tiene como fin de salir del bache rápidamente y generarnos un ‘bienestar’ inmediato. Sin embargo, casi todos son problemas a los que podemos poner una solución definitiva con una planificación previa. Y siempre enfocándonos en una meta final, un sueño, un ‘para qué’ a lograr a medio plazo.
Pongamos por ejemplo a una persona que ocupa un puesto directivo en una pyme y no llega nunca a su casa pronto para pasar tiempo con sus hijos. Trabaja más de diez horas diarias de media semanal y en lo profesional no le va mal, logra buenos resultados. Sin embargo, está frustrada porque su carga laboral no se aligera, sólo vive para la empresa y apenas puede disfrutar de su familia. Una situación que le va quemando poco a poco.
¿Qué debería hacer? ¿Cómo solucionarlo? Como en la mayoría de las ocasiones, lo mejor siempre es pararse a pensar. En su caso, en aquellas casuísticas que ralentizan su jornada laboral y en la mejor manera de acelerarlas. Es decir, en una estrategia a seguir que repercuta en un mejor rendimiento laboral y le permita salir a su hora de forma habitual, pudiendo así disfrutar de sus hijos, su sueño, su objetivo, su ‘para qué’.
Consejos para romper esos bucles negativos que no nos dejan avanzar
1) Romper barreras mentales. Desde pequeños a muchos nos han enseñado que el trabajo es lo más importante, que hay que tener un marcado compromiso con él. O que hay que luchar por la perfección absoluta. O que una quiebra es un fracaso que hay que evitar cueste lo que cueste. Debemos tirar abajo muchas creencias para poder seguir hacia delante de forma positiva, sin miedo y, sobre todo, aprendiendo de los errores.
2) Cambio de hábitos. Romper con ciertas rutinas perjudiciales y cambiarlas por otras más saludables nos ayudarán a ser más productivos y a gestionar mejor nuestro tiempo. Por ejemplo, evitar las reuniones con nuestro equipo de trabajo extensas y plagadas de interrupciones, y plantear otras más concisas y en horas tempranas, en las que sea obligatorio apagar el móvil y no haya nada a la vista que haga perder la atención.
3) Mirar las cosas de forma diferente. Las rutinas que hemos adoptado nos hacen seguir un camino en línea recta como un caballo al que limitan su vista con unas orejeras, sin poder observar las otras vías que tenemos a izquierda y derecha. Es importante intentar observar desde la distancia nuestros problemas que nos atenazan día tras día. Tener amplitud de miras y aceptar que hay distintas fórmulas para llegar a un mismo resultado (para lo que hay que romper las barreras de las que antes hablábamos). Sólo hay que pararse a analizarlas todas y poner en marcha la que más nos convenga.
4) Ver lo positivo que hay en algo negativo: Hemos de ser capaces de encontrar el aspecto positivo de los acontecimientos negativos que vivimos y aprender de ello. Nos va a ayudar a afrontar procesos complicados, a levantarnos con fuerza después de la caída y a conseguir nuevos logros en nuestra vida. Frustrarse sólo sirve para quedarse encajado en lo negativo, no nos va a ayudar a cambiar ni a prosperar.
5) Pensar en un ‘para qué’ a cumplir a medio plazo: Intentar que todas nuestras acciones tengan un objetivo común a lograr a medio plazo nos ayudará a tener motivación y optimismo. Nos ayudará a aprender de esos errores y a ir alcanzando pequeños hitos diarios que servirán para realizarnos.
En definitiva, podemos conseguir romper esa frustración que nos genera nuestra rutina diaria mirando los problemas con distancia y buscando soluciones factibles basadas en pequeñas acciones que nos empujen hacia un cambio de mentalidad y de rutinas. Algo clave para mejorar nuestra productividad.