La internacionalización empresarial no es un concepto nuevo. Según un estudio realizado conjuntamente por el IESE, el Foro de Marcas Renombradas Españolas e ICEX España Exportación e Inversiones, el 40% de las empresas españolas que facturan más de 12 millones de euros comenzaron su internacionalización hace más de 20 años.
Sin embargo, el momento actual es especialmente propicio para afrontar nuevos proyectos de internacionalización para encontrar nuevos horizontes de crecimiento y competitividad.
Las principales economías desarrolladas demuestran que éste es un camino a seguir. Cuentan con un tejido empresarial de pymes fuertemente internacionalizadas y refuerzan su apuesta para alcanzar mayores niveles de internacionalización empresarial, principalmente en sus actividades industriales, que impulsen la actividad económica y el empleo. Así, En España, el consejo de ministros aprobó en septiembre de 2017 la Estrategia de Internalización de la Economía Española para el periodo 2017-2027 para asegurar que la contribución positiva del sector exterior al crecimiento económico se convierta en un fenómeno estructural y revierta en la creación de empleo.
A veces, se transmite la idea de que la internacionalización es cosa de empresas grandes pero la realidad es otra. La mayor parte de empresas internacionalizadas son pequeñas y medianas empresas (pymes). Este fenómeno es nuevo. Las pymes, que normalmente se centran en su mercado doméstico, quieren ahora ampliar sus horizontes con la internalización que es clave del sostenimiento futuro de cualquier empresa y resulta, hoy, mucho más asequible para las pequeñas de lo que hace no muchos años presuponía.
Sin embargo, el proceso de internacionalización es una tarea ardua y requiere mucha dedicación. Uno de los problemas a los que se enfrentan las pymes a la hora de emprender este proceso es la falta de capacidad. Las grandes empresas cuentan con equipos de personas especializadas en proyectos internacionales, disponen de una alta capacidad de financiación, acceso a mercados mediante socios extranjeros y una serie de ventajas que por su tamaño hace que les resulte más sencillo tomar la decisión de abrir mercados en el exterior.
Por ello, las pymes deberían apoyarse en el conocimiento del mercado de expertos locales. Teniendo en cuenta las diferencias culturales y económicas, es imprescindible contar con un experto local para que el proyecto de internacionalización tenga éxito y es importante la elección de un socio que conozca las peculiaridades del mercado al cual se dirigirá la empresa. Para introducirse en un país extranjero son muchos los aspectos que hay que conocer: idiomas, mentalidades y procedimientos; repercusiones logísticas por la lejanía geográfica; infraestructuras del mercado; entramados legales, sanitarios, fiscales, laborales, administrativos, aduaneros y burocráticos.
Una empresa dispuesta a internacionalizar su negocio tiene que preguntarse y analizar en profundidad las capacidades y posibles problemas de su propia organización para sacar adelante el proyecto. Posible falta de personal preparado para esta tarea o de motivación del ya existente; adaptación de nuevos procesos productivos, logísticos, comerciales y administrativos; gestión de plantillas multinacionales, con distintas mentalidades y costumbres; adopción de sistemas de control.
Aunque, según la segunda edición del Índice CaixaBank para la Internacionalización Empresarial (Icie 2017), Europa Occidental sigue siendo la mejor región para la internacionalización de las empresas españolas, cada país presenta diferencias legales, impositivas y laborales, entre otras, que las empresas que quieran abrirse al exterior tienen que tener en cuenta y contar con asesoramiento local.