A pesar de la solidez de los datos económicos recientes, los temores a una posible recesión de la economía estadounidense continúan intensificándose y, aunque la amenaza de crisis continúa siendo reducida, los riesgos están aumentando, según advierte BBVA Research, señalando que la próxima recesión «será probablemente peor que la media histórica».
Nuestro modelo apunta a que el riesgo de recesión durante los próximos 12 meses ha escalado al 15%, frente al 5% en mayo, mientras que la probabilidad de cara a los próximos 24 meses «es cercana al 60%», señalan los autores del informe, que atribuyen este incremento del riesgo de contracción de la economía a una corrección en los mercados bursátiles, así como a los rendimientos de los bonos del Tesoro y al sistema bancario en la sombra.
«La combinación de los distintos elementos que pueden desatar una crisis nos sugiere que, aunque el riesgo de recesión continúa siendo reducido, sí que está aumentando», advierten los analistas de BBVA Research, recordando que la encuesta de la Fed de Filadelfia entre expertos en previsión económica sitúa la probabilidad de que se produzca un retroceso en el PIB real durante los próximos cuatro trimestres en su nivel más elevado en diez años.
En este sentido, los expertos apuntan que, pese a que cada crisis es única, «la próxima recesión será probablemente peor que la media histórica», ya que incluirá ajustes tanto en el sector real como en los mercados financieros.
Los límites sobre la efectividad de la política monetaria y las elevadas fricciones existentes por el lado presupuestario implican que el apoyo ofrecido por las políticas «podría quedarse corto», advierten.
Asimismo, consideran que la elección de unas políticas inadecuadas para abordar los riesgos comerciales y globales podría exacerbar las presiones negativas.
En este sentido, los analistas ven más probable que la próxima recesión adopte forma de U que de V, con una convergencia hacia el crecimiento potencial en lugar de un rebasamiento, debido a una nueva recuperación sin creación de empleo, aunque confían en que esta no superará a las dos peores recesiones en la historia moderna.
«Los robustos fundamentales existentes en las finanzas tradicionales y el sector doméstico, unidos a la mayor importancia relativa de la nueva economía, ayudarán a contener los riesgos a la baja», señalan los expertos, apuntando que, en el caso de que la recesión se produjera en 2020, o poco después, los resultados de las próximas elecciones presidenciales podrían resultar vitales para la configuración de la respuesta en materia de políticas presupuestarias durante el próximo ciclo.
RECUPERACIÓN SIN EMPLEO Y MÁS DESIGUALDAD
De este modo, el análisis de BBVA Research advierte de que la combinación de una recuperación sin creación de empleo y una menor producción potencial podría dar lugar a un mayor grado de polarización y malestar social, lo que a su vez podría socavar los cimientos
institucionales.
«En consecuencia, los responsables políticos deberían adoptar cambios de índole estructural, demográfica y tecnológica como forma de mitigar los riesgos a largo plazo. En lugar de imponer restricciones a las nuevas industrias y tecnologías, o de culpar a otros países por nuestro deslucido desempeño económico, EEUU debería volver a apostar por el capital humano, la innovación, el emprendimiento y las industrias del futuro», recomiendan.
MENOS MARGEN PARA LA FED
En cuanto a la posible respuesta de la política monetaria a la próxima crisis económica, los autores subrayan que la Reserva Federal de EEUU dispondrá de menor margen para bajar los tipos de interés que en episodios anteriores.
«Es prácticamente inevitable que la respuesta de la Fed sea más moderada, lo que eleva la probabilidad de que se produzca una contracción más profunda y una recuperación más lenta», advierten.
Sin embargo, los analistas señalan que el banco central estadounidense podría echar mano de otras políticas en su arsenal, como la flexibilización cuantitiva (QE, por sus siglas en inglés), como ya hizo tras la Gran Recesión, aunque reconocen que el mayor impacto de esta opción se debió en buena parte al factor sorpresa y una vez desaparecido este factor, el impacto marginal de nuevas rondas de estímulo se volvió más pequeño.
«Esto sugiere que la Fed podría intentar modificar los futuros programas de la QE para incluir otros elementos no usados antes en un intento por recuperar el elemento sorpresa», concluyen.