Cada vida es un mundo, con sus partes buenas y malas. También, y quizás demasiados a menudo, con algunas molestias, obstáculos y desgracias. Y aunque algunos gurús de la autoayuda te dirán que simplemente te deshagas de lo que te hace infeliz o te retiene, a veces, no es tan fácil, aunque no quieras quedarte atrapado/a así.
Tal vez tu trabajo no sea genial, o esos compañeros que tienes son muy molestos. O bien, puedes estar lidiando con desafíos de la vida como enfermedades, pérdida de trabajo u otras responsabilidades que se interponen en el camino de otras cosas que deseas hacer.
Aunque, a veces, la vida es difícil, hay cosas que puedes hacer para mejorar muchas situaciones y cultivar una mayor capacidad de recuperación, incluso cuando buscas soluciones a largo plazo.
De la adversidad también se aprende
Es fácil reflexionar sobre por qué estás atrapado/a en una mala situación, pero de los desafíos también aprendemos.
«La adversidad es el mejor maestro», según el dicho. Si bien la situación difícil puede parecer «simplemente horrible», a veces te hace rebotar en una mejor dirección y te enseña cómo vas a estar en esa situación.
Simplemente entender que tienes la oportunidad de aprender de tus desafíos puede darle un valor nunca antes visto.
Divide los desafíos
Muchos grandes desafíos son realmente una serie de desafíos más pequeños que pueden parecer abrumadores.
Cuando se analizan los componentes individuales de una situación, es más fácil abordarlos. Por ejemplo, un trabajo «cutre» puede dividirse en interacciones desagradables con compañeros de trabajo y largas horas, que afectan al tiempo con la familia.
Analiza los componentes individuales de lo que te hace infeliz y será más fácil abordarlos. Dando prioridad a aquellos que están drenando más tu energía.
Cambia lo que puedas
Incluso en una mala situación, puedes hacer pequeños cambios para mejorarla y convertirla en motivación para hacer cambios más grandes.
Puedes buscar oportunidades para aprender nuevas habilidades, incluso en un trabajo que aborreces. Piensa creativamente sobre tu situación y sobre cómo podrías hacer pequeños cambios para mejorarla. Además, no trates de cambiar las cosas que no puedes.
A menudo, las personas que tienen menos éxito se centran en cosas como los inconvenientes o que «la gente no me quiere» o «no tengo suficiente tiempo de ocio», así que comienzan en esta espiral descendente, porque todo lo que ven es negativo.
Cuando comienzas a soltar cosas sobre las cuales no tienes control y te enfocas en las cosas que puedes mejorar a través de pequeños cambios, es más fácil salir de esa trampa.
Cambia tu versión
Cuando enfrentas obstáculos o adversidades, cambia la historia que te estás diciendo a ti mismo/a. La forma en que piensas o explicas tu situación es tu versión, y la mayoría de historias tienen flexibilidad sobre ellas.
Sabemos que las plantas, cuando no reciben tanta agua, a menudo se vuelven más fuertes porque sus raíces tienen que trabajar más para encontrar el agua que está allí. Reencuadrar el problema de esta manera puede marcar una gran diferencia en la forma en que ves y respondes a tus circunstancias.
Una herramienta útil aquí es el seguimiento de tu progreso. Cuando te enfocas en los pequeños cambios que estás haciendo para mejorar las cosas o alejarte de tus desafíos, inmediatamente cambias a un lugar para tomar el control y marcar la diferencia.
Busca tu espacio en calma
Incluso cuando haces cambios, es importante comprender cómo calmarse cuando sientes el estrés de tus desafíos.
Ya sea para salir a correr, pasar algún tiempo en el campo o encontrar un par de horas para ponerte al día con tu programa de televisión favorito, tómate ese tiempo para presionar tu botón personal de «reinicio».
No dejes que los obstáculos te definan
Cuando estás atrapado/a en un momento difícil, puede ser fácil que tu conversación esté dominada por la situación. Recuérdate a ti mismo/a que tu situación no te define.
Empieza a notar pensamientos o palabras críticas o desalentadoras, que pueden, en formas sutiles, sabotearte y mantenerte atascado/a. En los momentos en que te das cuenta de que estás haciendo esto, no te culpes ni avergüences. Solo permítete cambiar el mensaje, siendo compasivo/a y útil contigo. Si es posible, solicita la ayuda de familiares o amigos para ayudarte a reconocer esos patrones y, también, para ayudarte a realizar cambios o encontrar los recursos que necesitas para hacerlo.
Más que nada, usa tu situación como una fuente de motivación para realizar cambios a largo plazo, que te ayudarán a encontrar soluciones duraderas o formas de adaptarte a tu situación.