Branding personal y branding corporativo, ¿elección o tándem? Lo que puede parecer una dicotomía, en realidad, no lo es, ya que no solo debemos cuidar ambas reputaciones por igual, sino que tenemos que desarrollar una estrategia de imagen en la que los intereses individuales y los corporativos se encuentren ensamblados a la perfección, de modo que podamos mejorar la reputación de la compañía a través de una conexión más personal con la sociedad.
En nuestra política de branding personal y empresarial no debe haber sacrificios del “Yo” o el “Nosotros”, sino que los intereses individuales y corporativos deben estar alineados para lograr resultados más efectivos.
¿Qué es el branding?
Antes de profundizar sobre cómo podemos integrar la reputación personal con la imagen corporativa de una empresa, es conveniente que definamos en qué consiste el branding.
El concepto de imagen de marca va mucho más allá de colores y logotipos. Se trata de integrar nuestros principios y valores en aquello que vendemos.
Como apunta Tom Peters, reconocido experto en gestión empresarial e imagen de marca y autor de obras como The heart of branding, el branding “tiene que ver con la pasión, con la historia que queremos contar, con la causa que nos motiva”. Todo con el objetivo de aumentar la reputación de la marca en la sociedad, conseguir la confianza de los consumidores y mejorar, como resultado, los beneficios económicos de la compañía.
Cuando hablamos de Southwest Airlines pensamos en una compañía low cost, con una fuerte vocación de servicio al cliente y de satisfacción de los empleados y, al mismo tiempo, pensamos en Gerry Kelly, su CEO, como estandarte de los valores de la compañía. No, no es casualidad que los objetivos de la aerolínea y su directivo coincidan, sino el resultado de una visión actualizada de la estrategia de branding adaptada a las nuevas exigencias del mercado.
¿Por qué debemos interconectar el branding corporativo y el personal?
Nos encontramos ante un escenario en el que los consumidores han perdido parte de su confianza en las marcas, hastiados del continuo bombardeo publicitario, y vuelven su vista hacia un una imagen de marca más personalizada, que aporte cercanía y unas conexiones más humanas.
Debido al mayor acceso a la información y el crecimiento del grado de participación que aportan las nuevas tecnologías, el tradicional modelo de branding, donde el mensaje discurría unidireccionalmente de la empresa al consumidor, ha quedado obsoleto. Las personas buscan una relación más igualitaria, donde puedan expresar sus opiniones y éstas sean tenidas en cuenta por las organizaciones.
Las personas nos mostramos más receptivas si podemos poner rostro a nuestro interlocutor y es aquí donde entra en juego el branding personal de los miembros de la empresa, asumiendo el papel de restaurador de la confianza perdida.
Reglas para alinear el branding personal con la imagen de empresa
La clave para que la integración del branding personal con la imagen corporativa de una empresa sea efectiva es elaborar una estrategia que combine los valores y objetivos de la compañía con la personalidad e identidad propia del individuo.
En este sentido, la reputación personal debe constar de los siguientes elementos:
- Debe representar a una persona real. Parece obvio, pero el branding personal requiere de autenticidad para ser creíble. Debemos ser genuinos y fieles a nuestros ideales para ganarnos la confianza de los consumidores; los personajes inventados o los comportamientos forzados, tarde o temprano, acaban siendo descubiertos. No podemos “vender” una imagen de respeto medioambiental si realmente no creemos en ello, ya que en algún momento nuestras decisiones o actuaciones chocarán con nuestro mensaje, generando confusión y desconfianza en la sociedad.
- Debe estar alineada con la misión de la compañía. La coherencia es fundamental para que surta efecto el mensaje que queremos enviar a la audiencia. Hemos conocido algunos casos de empresarios que han abogado por políticas de austeridad en sus compañías, mientras salían a la luz pública despilfarros personales, provocando un clima de rechazo hacia la persona y la empresa.
- Debe ser personal. El hecho de que nuestro branding personal deba estar interconectado con el corporativo no significa que nos tengamos que convertir en meros transmisores de la compañía. Conseguir este equilibrio es probablemente nuestro mayor desafío, pero una efectiva integración de reputación individual y empresarial tiene que dejar espacio a las reflexiones personales, si queremos que exista una relación natural y fluida con los consumidores.
Para alcanzar la mejor cohesión posible, es conveniente que antes de poner en marcha una estrategia de branding personal definamos con la dirección las líneas rojas y verdes de la misma, estableciendo los objetivos prioritarios y los límites de nuestro mensaje.
En este sentido, veamos un decálogo sobre cómo perfilar una estrategia de branding personalpublicado en CEOWorld Magazine:
- Todo lo que digamos puede ser usado en nuestra contra, por lo que debemos ser cautos al verter comentarios y opiniones.
- El desarrollo de una imagen personal es un trabajo a tiempo completo.
- El branding individual y corporativo no deben correr en paralelo, sino abrazarse y complementarse.
- Debemos tener claro el papel que jugamos a nivel corporativo a través de nuestra estrategia personal.
- Nuestra vida personal ajena al ámbito profesional debe ser privada si no queremos que interfiera con los objetivos de la compañía.
- La imagen cuenta, pero no debe convertirse en nuestra principal preocupación.
- Recibimos lo que damos, por lo que es fundamental cuidar el trato con el resto de personas.
- No debemos dejar que el éxito o la fama de nuestra estrategia de branding nos ciegue y nos convierta en una caricatura de nosotros mismos.
- Desarrollemos nuestras habilidades comunicativas.
- No nos debemos convertir en la mascota o el showman de la compañía. Involucrarse con la empresa no supone que tengamos que participar en cada campaña o iniciativa activamente.
Además, el branding personal no es exclusivo de los altos cargos, sino que cualquier colaborador de la empresa ya está desarrollando su imagen de marca personal, con o sin nuestro conocimiento: perfiles en LinkedIn o en otras redes sociales con comentarios acerca de nuestra cultura organizacional, blogs o páginas webs personales con artículos o enlaces hacia nuestra marca, conversaciones con amigos sobre el trabajo…
La vinculación entre el branding personal y la imagen corporativa de una empresa es una realidad, así que en lugar de obviarla, ¿por qué no la aprovechamos? Desarrollemos planes de diseño de reputación personal con la plantilla y formemos a los colaboradores sobre las pautas para poner en práctica acciones alineadas con la compañía.