España ha descendido dos escalones en la lista de los países más competitivos del mundo, hasta situarse en la posición 36, en línea con el resto de países de Europa Occidental, según el último ‘Ranking de Competitividad Mundial’, que realiza anualmente la escuela de negocios IMD.
Las factores decisivos para este descenso son la pérdida de competitividad en diversas variables como la de los precios, la legislación empresarial, la política de impuestos o las infraestructuras científicas del país.
Además, las «preocupaciones» relacionadas con la atracción y retención de trabajadores altamente cualificados y con la «falta de implementación» de formación en el sector privado aumentaron con respecto al año anterior, lo que también incide en la caída.
Entre los principales retos que los expertos del Centro de Competitividad Mundial del IMD establecen para España son fortalecer la sostenibilidad del sistema fiscal para el medio y largo plazo, donde se incluye la reforma del sistema de pensiones, desarrollar una administración pública «más eficiente», impulsar la internacionalización de las empresas, reducir la «excesiva» regulación existente y promover la digitalización y adopción de tecnologías innovadoras.
En primer lugar, el país más competitivo ha sido Estados Unidos, que este año ha adelantado a Hong Kong, país que ocupa la segunda posición, gracias a su «mejora» en diversos indicadores, como los relacionados con el funcionamiento de su economía y de sus infraestructuras. Singapur, por su parte, se hizo con el tercer puesto.
Por el contrario, Croacia, Mongolia y Venezuela se posicionan en los puestos 61, 62 y 63, respectivamente, seguidos de Ucrania y Brasil, que ocupan el quinto y cuarto puesto de la parte baja de la tabla.