Conseguir trabajo es, cada vez más, como pasar un examen: un cúmulo de preguntas estudiadas para ver si metemos la pata. Una respuesta ‘equivocada’ puede dar al traste con la entrevista en la que habíamos puesto nuestras esperanzas.
Para triunfar en la primera impresión que se da a una empresa, hay que sortear toda una serie de trampas que el personal de RR. HH. pone sin que nos percatemos de ello.
«¿Qué conoces de nuestra empresa?»
Esta es la típica pregunta que podría abrir cualquier entrevista de trabajo y también es la mejor oportunidad para demostrar el interés por la compañía y el puesto.
Responder bien a esta pregunta requiere haber realizado un trabajo previo de indagación sobre la compañía a través de Internet, prensa y conocidos.
«¿Qué puedes contarnos de ti mismo?»
Esta pregunta suele aparecer al principio del encuentro y sirve para evaluar la capacidad de respuesta del candidato.
Los primeros segundos son determinantes y se deben aprovechar para demostrar de manera convincente y precisa que eres la persona que mejor responde a las expectativas.
«¿Por qué has estado tanto tiempo sin trabajar?»
Con esta pregunta el reclutador lo que quiere saber es si hay algo que falla contigo, si se trata de un problema de actitud o si simplemente es mala suerte.
Esta pregunta suele ir acompañada de una segunda parte: «¿Por qué terminaste tu anterior relación contractual?» Hay que ser sincero y explicar los motivos por los que se ha dejado de trabajar en la anterior empresa, siempre y cuando no sea un culebrón o algo rocambolesco, en cuyo caso es mejor zanjar la cuestión de manera taxativa (p. ej.: «aspiro a más» o «no me sentía realizado/a»).
«¿Qué puedes aportar a nuestra compañía?»
Es el momento de mencionar las habilidades específicas que se pueden aportar al puesto en función de la experiencia y formación.
No hay que escatimar en explicaciones sobre conocimientos, capacidad de liderazgo y logros realizados en el pasado profesional y que sean de interés para el puesto al que se opta.
«¿Qué opinas de tus anteriores jefes?»
Cuidado con lo que se responde. Es mejor morderse la lengua y optar por dar una respuesta políticamente correcta, ni muy crítica —que podría dar a entender que se es conflictivo— ni demasiado benevolente.
«¿Conoces a alguien en esta empresa?»
Si alguien que trabaja en la empresa pasó tu currículum al departamento de recursos humanos, hay que reconocerlo.
Si se conoce a alguien que no tiene nada que ver con la candidatura, se puede mencionar si se está seguro de que tiene buena reputación dentro de la compañía.
«¿Prefieres trabajar solo o en equipo?»
La respuesta depende del puesto de trabajo al que se opte, aunque generalmente la soledad no está bien considerada en ninguna empresa.
«¿Cómo trabajas bajo presión?»
Hay que ser profesional y explicar que el estrés no supone ningún problema y que forma parte de cualquier trabajo.
También decir cómo te enfrentas a las situaciones difíciles y cuáles son tus trucos para relajarte.
Hay que tratar de llevar preparado un ejemplo de momento tenso que hayas resuelto de manera positiva y que apoye tus palabras.
«¿Tienes alguna pregunta?»
Es tu momento, aprovéchalo.
El entrevistador te está dando pie a que resuelvas tus dudas, les preguntes por datos concretos o por el funcionamiento interno de la empresa.
Hay que tener cuidado de no ser demasiado incisivo.
«¿Cuáles son sus aspiraciones económicas?»
Todo el que se enfrenta a una entrevista es consciente de que tarde o temprano llegará el momento de hablar de dinero. Es la pregunta trampa por excelencia.
Contestes lo que contestes, siempre quedará la duda de si te has vendido demasiado barato. Por eso, lo mejor es que ellos digan cuánto están dispuestos a pagar y mostrarse siempre dispuesto a negociar.
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