La reciente filtración de datos sufrida por Uber, que ha afectado a 57 millones de sus clientes y conductores en todo el mundo, es una muestra más de que es necesario tomarse la ciberseguridad en serio y que nunca se debe incrustar o implementar tokens de acceso (generadores de claves) o claves en repositorios de códigos fuente.
Por lo general, este tipo de maniobras no son descubiertas mientras las empresas quieren mantenerlas en secreto, como en el caso de Uber que pagó a los ciberdelincuentes 100.000 dólares para que ocultaran la brecha de seguridad.
Más allá de la próxima entrada en vigor del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR, por sus siglas en inglés), que castigará severamente este tipo de prácticas, el caso de Uber nos hace ver que hoy en día muchos equipos de desarrolladores no tienen un alto estándar de las prácticas de seguridad y que ha compartido credenciales. Lamentablemente, estas prácticas son más comunes de lo deseable en entornos de desarrollo ágil.
Uber no es la única ni será la última compañía en ocultar una filtración de datos o un ciberataque. No notificar a los consumidores los expone a un mayor riesgo de ser víctimas de fraude. Es por esta razón que muchos países están impulsando una regulación que obligue a las empresas a divulgar las brechas de seguridad.
Para aquellos clientes y conductores de Uber que han sido afectados por la brecha de seguridad, Sophos recomienda que comprueben sus cuentas bancarias y mantengan los ojos bien abiertos para no ser víctimas de un robo.
El consejero delegado de Uber, Dara Khosrowshahi, ha reconocido que la empresa de alquiler de vehículos con conductor (VTC) sufrió el robo de datos –nombres, números de licencias, números de móviles o correos electrónicos– de hasta 57 millones de conductores y usuarios de la aplicación en todo el mundo a finales de 2016.