Tanto si se trata de pensamientos negativos conscientes como si se trata de pensamientos negativos inconscientes, éstas son las siete trampas principales que nos mantienen atascados en el ciclo de sufrimiento perpetuo.
La mayor piedra con la que tropezamos una y otra vez es que creemos que somos esos pensamientos y que los pensamientos son verdades, y esto no es así. Cuando las reconocemos, podemos evitarlas.
- La duda: la voz de la duda es una de las que nos mantienen atrapados en el círculo vicioso de la depresión, ansiedad…aunque lo que motiva a esta voz es protegernos del fracaso y de la decepción, lo único que consigue es mantenernos alejados de nuevas experiencias que podrían sernos muy útiles.
- El vacío: nuestra mente siempre anhela estar en otros lugares o ser otras personas menos uno mismo/a y nos convence de que el momento actual nunca es suficiente o nunca tiene suficiente, que nosotros no somos suficientes o que no podemos hacer lo suficiente, es así de puñetera. El problema con los pensamientos de este tipo es que cuando por fin sucede lo que llevamos tanto tiempo esperando, a veces nos encontramos con que no viene acompañado de la felicidad que anticipábamos. Caemos en la trampa de pensar que lo que tenemos ahora no es suficiente. El problema de base no es lo que no tenemos, sino el hecho de que no nos sentimos enteros o completos.
- La irritación: la pregunta siempre es la misma y siempre sabemos la contestación pero otra cuestión es cómo actuamos, ¿quién sufre en una situación de irritación? Nosotros sin duda alguna, pero nuestro cerebro piensa que si proyectamos la irritación sobre otra persona, en forma de juicios, detendremos el dolor y, de algún modo, encontraremos alivio.
- El aletargamiento: las voces también interfieren con nuestros intentos de mejora a través de la pereza, no es más que otra señal de que evitamos estar con nosotros mismos, porque tememos que será incómodo.
- La inquietud: en la actualidad, nuestros cerebros están entrenados para ser más ruidosos, estar más ocupados y distraerse más. En cuanto hay un espacio vacío de acción, las voces inquietas se hacen oír. Sentimos que debemos llenar esos espacios, pero no nos damos cuenta de que es precisamente en esos espacios vacíos en los que, como dice Viktor Frankl, podemos elegir entre hacer o ser. Es en esos espacios donde aparecen la posibilidad y la oportunidad, y donde tenemos la ocasión de hacer cambios para mejorar.
- La charla negativa con nosotros mismos: como hemos visto anteriormente, estamos constantemente hablando con nosotros mismos y además tenemos un estilo automático ce pensar e interpretar los eventos que nos acontecen, aunque normalmente este monólogo interno suele ser la gran mayoría de las veces, negativo. Mindfulness puede, en este sentido, ayudarnos a considerar los pensamientos, incluidos los pensamientos desagradables, no tanto como hechos, sino como puros eventos mentales.
- Pautas habituales de pensamiento: podemos caer en pautas de pensamiento que nos mantienen estancados e incluso, deprimidos lo que influye negativamente en nuestro bienestar y convendrá que nos familiaricemos con ellas para darnos cuenta del momento en el que afloran, y para ello mindfulness nos ayuda. Dentro de esta pautas negativas tenemos el catastrofismo, exagerar lo negativo y descartar lo positivo, leer la mente, el perfeccionismo, los “debería” o la propia culpabilización.