La asertividad es una actitud muy valorada entre los negociadores porque multiplica las posibilidades de diálogo

La importancia de ser asertivo

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Actualizado 09 | 08 | 2016 11:21

Asertividad

Ser asertivo es una conducta. La asertividad es un comportamiento por el cual una persona no agrede ni se somete a la voluntad de quienes le rodean, sino que expresa sus convicciones y defiende sus derechos. Es decir, se sitúa a medio camino entre la pasividad y la agresividad.

Según la RAE, ser asertivo procede de aserto, es decir, la afirmación de la certeza de algo. Un ejemplo en el que medir hasta qué punto puede llegar a ser importante la asertividad:

Persona agresiva: “Este informe está mal hecho, es poco profesional”.

Persona asertiva: “A este informe le falta el dato de ventas del mes pasado”.

Pasivo: “Aceptaré el informe a pesar de los errores”.

Beneficios de ser asertivo

Las ventajas de elegir la opción asertiva se resumen, principalmente, dos:

  1. Tu interlocutor nunca va a poder negar lo que dices, porque los haces desde tus sentimientos y emociones.
  2. Es muy probable que tu interlocutor se haga algunas preguntas, como “¿Qué ha ocurrido para que ese dato no esté?” o “¿Cómo se me puede haber pasado?”, lo cual ya implica un diálogo.

Se han escrito muchos libros sobre asertividad, sobre la importancia de ser asertivo y existen muchos manuales de autoayuda. Además, a día de hoy se imparten decenas de cursos para aprender a desarrollar la asertividad. Hay quien cree que la asertividad se tiene o no se tiene.

Y otros piensan que, como habilidad, se puede entrenar y mejorar.

Principios de la asertividad

Los cuatro principios de la asertividad son:

1. Utiliza un lenguaje respetuoso y amable.

2. Utiliza ejemplos concretos, no generalices.

3. Aporta datos objetivos.

4. No juzgues, critiques ni ataques al otro.

La asertividad es una actitud muy valorada entre los negociadores porque multiplica las posibilidades de diálogo a la vez que evita muchos conflictos. Sin embargo, la asertividad no hace milagros: si tenemos delante un interlocutor que no es receptivo ni está dispuesto a variar sus opiniones ni un ápice, no podremos hacer mucho.

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